domingo, 4 de octubre de 2020

LA ADICCIÓN DE PAULERO

Es sabido que los videos juegos de "El Pocho" en calle Soldado desconocido fueron uno de los primeros, no solo del barrio sino de toda la zona

Paulero, miembro fundador  de Los Golos (tribu de amigos originaria del Unimev de los 80) era adicto a uno de los juegos que había  entrando a mano izquierda: el  Kung Fu Master...!!

Era tal el fanatismo de Paulero por este juego, que poco a poco fue enviciándose pasando horas y horas en el local. Al salir Paulero, influenciado por el juego pateaba lo que se le pusiera adelante. Había que tener cuidado porque bajo el sonido de "Ueraá " Paulero mostraba sus habilidades no solo mentales sino físicas al revolear la pierna a cualquier ser objeto o ser viviente que se moviera a su alrededor. 

Pateaba las bolsas de compras de las viejas, pateaba puertas, cabinas del gas y algun que otro pequinés que pasaba dejándolo mas frontal aún. El vicio de Paulero fue creciendo y comenzó a ser preocupante. Llegaba de la escuela y no comía, sino que salía corriendo a saciar su vicio que solo calmaba al colocar la ficha metálica en el agujero y comenzar a sonar la música para luego ver salir el personaje del juego (un hombre con kimono que tenia que rescatar a su novia pasando 5 niveles, sin antes cagar a patadas a varios enanos y cuchilleros) de esta manera Paulero pasaba sus días con la palanca amarilla en su mano izquierda y tocando los botones del video juego. Su vida se devoronaba cuando el juego terminaba y salía la maldita palabra "Game Over". La Pity que solía atender el local varias veces tuvo que sacarlo a los empujones bajo la frase "andate, vamos a comer"

Desembolsaba sumas importantísimas de dinero en fichas, tal es así que los Genty, dueños del local, llegaron a comprarse propiedades en Miami, Islas Caimán y Punta del Este solo con el dinero que Paulero gastaba en fichas. La obsesión por este juego se volvió conocida en el barrio y para su cumpleaños la gente no le regalaba juguetes ni ropa sino... fichas !!

 Paulero necesitaba tener siempre una ficha en la mano, saborear su ranura, su textura gris, dormía con ellas, las besaba. Famoso fue el episodio que Paulero una mañana desayunando confundió una tostada con una ficha terminando en Gentile (odontólogo legendario de la calle Keller)

Pero la adicción de Paulero iba en aumento, los Genty al sentirse culpables decidieron abrir consultorios psicológicos en el primer piso para este tipo de adicción los cuales funcionaron de 1985 a 1987 ya que tuvieron que mudarse a Godoy Cruz debido a que los pacientes bajaban y se encontraban con los videos juegos otra vez entrando y creando un circulo vicioso de nunca acabar.

Un día martes en una sesión con la psicóloga, esta dijo una frase mágica que a Paulero lo ayudaría mucho: "para dejar el vicio tenés que cambiar de vicio". Tal es así que probó primero con la ruleta, luego con la filatelia hasta que desembocó en el cigarrillo. De esta manera Paulero combatía su ansiedad en forma parcial cambiando de vicio y gastando mucho dinero en atados de cigarrillos que se fumaba como si nada. Algunos malpensados opinan que la psicóloga en realidad era la "Chicha", dueña del kiosco  quien en realidad se hacia pasar por psicóloga para venderle los puchos. Esta teoría tomó fuerza cuando Chicha se compra a los dos meses una isla en el mar mediterráneo. 

El tiempo fue pasando y Paulero seguía pensando en el "Kung Fu Master", su pegajoso sonido cuando pegaba patadas "Ueraá" no lo abandonaba. Su caso llegó a los medios, el diario Los Andes le dedicó una página titulada "Extraña adicción en el Unimev"

Hoy en día, 30 años después cuando pasa por la puerta del local se encuentra conque ahora hay una compañía de seguros, y a veces toca el timbre con la esperanza que alguien le abra y diga, "si, si pasá. Queres jugar una ficha? pero el que sale es Javier contándole que hace 30 años los juegos no están mas, que ahora es una compañía de seguros, lo cual Paulero incrédulo responde "Estas seguro? desilusionado, mirando abatido el cartel rojo y blanco de MAPFRE vuelve a su hogar donde lo esperan 231 cajas de cigarrillos. En el patio, se sienta, mira el cielo, enciende uno, y cierra sus ojos. Y en cada pitada sonríe levemente y dice susurrando..."Ueraá "!!!


 

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