viernes, 2 de octubre de 2020

EL NIÑO SERGIO

 No se sabe cuanto tiempo exactamente estuvo el niño Sergio en Los Golos pero sin duda poco tiempo. Apareció en la barra de la nada, como suele suceder con los grupos de amigos y se quedó quizás para dar lugar a un mito. El suficiente como para hacernos asustar a todos. Es que el niño Sergio era un poco raro. Mientras todos estábamos entusiasmados con juegos y prácticas mas o menos convencionales al niño Sergio se le había dado por el terror. Contaba historias espeluznantes. En sus relatos abundaban los monstruos, los cadáveres, la muerte, los vampiros y los cementerios. Por supuesto que al poco tiempo todos estaban fascinados con él. 

Cuando aparecía el niño Sergio caminando, todos los que estaban jugando a la pelota paraban. La pelota terminaba de rodar, y las cabezas giraban hacia él. Era un gran orador. Hipnótico a pesar de su timidez, se las ingeniaba para deleitarnos a todos con sus terribles cuentos, que según él, eran reales. El niño Sergio sin duda era el Stephen King barrial, no necesitaba un castillo embrujado para situar el terror, sino que lo hacía en la Esso de Unimev, en las góndolas del Atomo y en los espacios verdes. Inventaba historias de cajeras del VEA que eran brujas o de sótanos inexistentes en ciertas casas del primer barrio.

Los pibes del barrio estaban fascinados y aterrados por sus historias. Se corrió la voz de que el niño Sergio estaba endemoniado lo cual aumentó mas aún su fama, Venían de las torres a escucharlo y él siempre con historias nuevas. Tomaba elementos cotidianos para hacer terror, por ejemplo las huellas de un perro en el barro y decía "ese perro morirá esta noche..". En una oportunidad y deambulando en manada por el tercer baldío (entre Banting y Nobel) encontramos una muñeca con sangre. El niño Sergio aseguraba que era un rito que se sostenía a lo largo de tres siglos en el tercer baldío los martes a las 3 de la mañana. Aseguraba también que si te tomabas el micro número 12 de la línea 10 y te sentabas en la segunda butaca, el micro iba a chocar. Poco a poco comenzó a generar pánico, convirtiéndose en el líder de Los Golos, cosa que no agradó al Ale quien había ejercido ese título hasta ese momento. Ale desesperado y caliente comenzó a investigar sobre los relatos del niño Sergio y el siguiente martes puso el despertador a las 2.55 de la mañana, había 5 minutos de sobra para llegar al lugar encantado en bicicleta y corroborar si el rito del baldío existía. Ale llegó medio dormido en su bicicleta verde a las 2,59 y esperó detrás de la única construcción que hay en ese baldío (una cabina eléctrica que aun está) Se hicieron las 3 y nada, el ritual no solo no empezaba, sino que no había un alma en la calle, las 4, las 5...Ale esperó con los brazos en el manubrio escondido hasta el momento que su madre lo levantaba habitualmente para regresar a su casa desilusionado pero en el fondo alegre. Al patear una piedra descubre que la "sangre" de la que hablaba el niño Sergio no era mas que un tacho de pintura que algún vecino seguramente pintando el portón había arrojado. Al día siguiente se decidió echar de la barra al niño Sergio por farsante. Sergio no dijo nada, solo nos miró fijamente y nos condujo en silencio hasta la esquina, donde nos  mostró sin hablar una señal pintada justo en el piso y dijo "ven esto? es una señal del mal" y se retiró en silencio.

Los Golos siguieron su vida, se aproximaba un torneo de futbol contra los de las torres y había que entrenar. Así es que nadie mas pensó nunca mas en el niño Sergio. Nunca más se lo mencionó y sus relatos pasaron al olvido, excepto el día en que viniendo de un partido en la avenida, Los Golos y otros chicos vieron como la gente de Obras Sanitarias marcaba las esquinas con "extrañas marcas" para poner los medidores.

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