Era la gran preocupación de Carloncho quien abrió su placard revisando sus jeans o "vaqueros" como le decía su madre. Corría 1987 y los jeans nevados estaban de plena moda, ningún habitante joven de esos años podía no tenerlo.
Carloncho veía como sus compañeros a lo largo del año iban adquiriendo tanto chicos y chicas esta nueva prenda a la moda deseando el suyo. Pero el suyo nunca llegaba.
Según estudios de la University of Alpedism la probabilidad de conquistar una chica en un baile era 91% si llevabas pantalones nevados, versus 12% si no lo llevabas. La diferencia era mucha. Carloncho no podía arriesgarse. Carola, la chica que le gustaba lo iba a esperar y ya habían quedado en bailar juntos. Salió con su bici a casa de alguno de Los Golos para ver si podían prestarle uno. Lauchi estaba practicando pasos de Break Dance en el garage de su casa de la calle Sáenz, desde la ventanita le dijo que NO con un movimiento de cabeza sin dejar de bailar. Siguió hasta lo del Ale quien estaba cantando aprendiéndose la letra de "La calle es un lugar, ella sabe bien...." de GIT, tema que seguro ponían esa noche al igual que el lento de la película de Top Gun (en este ensayaba como alejar los codos de la chica para los lentos, sin que se los clave en las costillas) La desesperación de Carloncho era mucha. Faltaba solo un día para el baile. Preguntó en el Lavaseco Avenida de Azcuénaga y Adolfo Calle a ver si ellos podían "nevar" algunos de sus pantalones lo cual le respondieron con profesionalismo que no, no hacían ese trabajo.
Llegó el día de la fiesta y Carloncho escuchaba un cassette de VIRUS que representaba exactamente lo que el estaba viviendo "Locura" mientras se le ocurrió una idea brillante. Corrió hasta Don Bueno a comprar una lavandina Ayudín (nunca un nombre tan oportuno para una lavandina) y regresó a buscar su mejor pantalón. Era uno azul, impecable, casi nuevo...marca Angelo Paolo. Nada podía salir mal. En un fuentón echó un litro de lavandina con dos pocillos de agua (acompañado de edulcorante) y esperó...
La noche llegó y en el patio de la Mayorga el disc-jockey comenzaba a hacer sonar los éxitos del momento: Madonna, Duran Duran, A-ha, Soda Stereo .Ale sonrió cuando se escucharon los primeros acordes de "La calle es un lugaaar.." que tanto había ensayado, y cantaba la letra mirando a Lorena y haciéndose el gracioso, todos bailaban y cada vez llegaba mas gente. Eran las 12 de la noche y Carloncho no aparecía, sus amigos comenzaban a preguntar por él, Carola también, quien comenzó a bailar con otro dolida. Los chicos en hilera de un lado, las chicas en el otro con sus peinados enrulados y sus polleras largas al estilo Lynn de ALF se movían al compás de una canción de Bon Jovi (su pelo era igual). Carloncho no aparecía.
Dos de la mañana, algunas parejas atrevidas se iban debajo de la lujuriosa escalera que subía al primer piso de la Mayorga donde pasaron tantas cosas. La señorita Silvia estaba atenta de los furtivos nuevos noviecitos, la Agueda también. Carloncho no aparecía. Los lentos pasaron, los codos de las chicas se incrustaron en las costillas de los varones con lentos de Phil Collins y....Carloncho no aparecía. La música dejó de sonar seguida de chiflidos y gritos y un micrófono que decía "Bueno chicos, hasta acá llegamos vamos a tener que cortar, ya es tarde" Se fueron yendo de a poco. Las serpentinas en las baldosas rojas quedaron esparcidas, el papel picado también, los padres iban a buscar a los chicos en auto, hasta que la celadora cerró la puerta a las 4 de la mañana de la escuela después de ordenar un poco. Carloncho no aparecía. Se apagaron las luces y la noche siguió su curso. Una hora después alguien dobló en la esquina. Detrás de la gran pared blanca de la escuela apareció alguien (también con pantalones totalmente blancos), y peinado con gel, perfumado. Era Carloncho con su pantalón aun un poco húmedo pero con ganas de reventar la noche. Carola lo esperaba en la entrada enojada, cruzada de brazos con la escuela ya cerrada. Se miraron y por la esquina apareció el Renault 12 del padre de Carola que venía a buscarla, Carola no dijo nada, lo miró con rabia, le miró los pantalones, se rió y se subió al auto perdiéndose en la oscuridad. Carloncho se quedó parado en la escuela en el medio de la noche. Fue hasta el único kiosco abierto a esa hora y sentado en el cordón de la vereda destapó una GINI e imaginando que eran los labios de Carola, la besó. No sonaba ninguna música, solo unos grillos en la acequia, y mirando un perro solitario que pasaba se acordó de una canción: "....y cuando llegaste me miraste y me dijiste, loco, estás mojado, ya no te quiero" de Los Abuelos de la nada.
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