viernes, 30 de octubre de 2020

EL PELUQUERO NÓMADE

 No son pocas las veces en que un negocio tiene que trasladarse a otro local debido a los precios del alquiler. En el Unimev, no es la excepción. Esta es la historia de La Peluquería del Manu, la que cambió de domicilio 48 veces 

Al parecer el precio y la poca cantidad de clientes hacían que se trasladara a otro local donde tenía que comenzar de cero y probablemente con nuevos clientes. Siempre buscando en precio mas bajo en el alquiler, se trasladaba como por arte de magia al muy poco tiempo de haber inaugurado. La fiesta de inauguración era con todo: sidra, bizcochitos de maizena, caramelos Flynn y serpentina. El evento se repetía con un promedio de dos meses para re-inaugurar nuevamente y repetir los festejos formando un círculo aplaudido por los mas festivos concurrentes. Los locales cambiaban, pero el sillón y las tijeras eran las mismas, aunque claro, con distinta disposición. 

Los nuevos clientes aparecían por el nuevo local entusiasmados con la novedad, mientras los antiguos perdían el rastro de la nueva dirección. Incluso muchos clientes viejos se transformaban en nuevos sin darse cuenta que era la misma peluquería en un eterno y fascinante Deja Vú.  "Que bueno que inauguraron, solía ir a otra que cerró" decía Don Juárez mientras  Manu (el peluquero) se acomodaba un falso bigote. Cabe destacar que Manu se camuflajiaba con peinados y disfraces diferentes cada vez que inauguraba, no como algo lúdico sino mas bien como algo estratégico  para escapar de sus acreedores,  quienes generalmente lo buscaban por abultadas deudas pasadas o clientes que se quejaban de cortes espantosos. 

Según un estudio riguroso, la peluquería del Manu realizaba en promedio de 2 cortes de pelo a cada cliente antes de mudarse, para luego atender posiblemente el mismo cliente pero en otro local, esto último no se sabe si se incluye en el estudio como un mismo cliente u otro diferente. De esta manera Manu caracterizaba sin querer personajes diferentes al tratar de cambiar la voz o dejarse la barba pasando a ser, no solo peluquero sino actor. Se dice que Victor Arruego, vendedor de repuestos de autos de la calle Nobel se cortó el cabello 6 veces en el año en la misma-diferente peluquería en locales distintos sin notar el mas mínimo detalle de peines, sillón ni interpretación artística.

De más está decir que a fin de año la peluquería de Manu nunca entregaba almanaques, ya que la falta de domicilio (y de plata) hacían de ésto una publicidad inútil. Los clientes leían revistas mientras esperaban sin sobresaltos, pero el mismo Manu confundía muchas veces los elementos durante el corte, ya que abría el cajón equivocado acostumbrado a su último local, o buscaba un espejo inexistente por la inercia que le llevaba creer que todavía estaba en el local de la calle Cangallo cuando en realidad estaba en el de la Azcuénaga. Así también tenía que tener cuidado de comentarios que le había hecho quizás el mismo cliente pero en otro local. Para ésto Robert ideó un truco que consistía en fingir siempre que era la primera vez en una conversación, de esta manera cuando alguien le contaba algo evitaba pisarse y quedar al descubierto. 

El tiempo fue pasando y después de emigrar a 48 locales, no hubo un 49. La peluquería cerró para siempre y sus clientes tuvieron que, esta vez si, ir a una nueva. De Manu se sabe muy poco, algunos afirman que vive en Chascomús y tiene un elenco de teatro.







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