En Guaymallén y en aquellos años se sabía: no es fácil ser forastero en el Unimev
Los Golos (tribu originaria del barrio en los años 80) fueron artífices de esta iniciativa.
Eduardo, miembro de Los Golos (también llamado Mr. Moto, por el personaje de Titanes en el Ring que el emulaba con su bicicleta Aurorita y un globo inflado en los rayos para simular un motor de moto), tuvo una idea mas atrevida. Echar a todo aquel que se atreviera pisar estas tierras. "solo vendrán una vez" decía Eduardo decidido, con una sonrisa guasona. El problema era el cómo.
Después de reuniones estratégicas y de debatir varias ideas. Un día lunes, Los Golos y otros grupos de las torres que compartían la misma asquerosa xenofobia comenzaron a entrar en acción. Desinflaban las ruedas de los autos que paraban en Farmacia Chimpay en busca de algún medicamento, pinchaban los neumáticos de los autos que se detenían en Mailhó a comprar medio kilo de helado y cuenta la leyenda que se colocaron miguelitos en la intersección de Adolfo Calle y Molina quedando una bandada de autos y sus conductores puteando.
El plan estaba funcionando. En diferentes puntos del barrio se organizaron bases para planear detalles destructivos y alejar a todo aquel que no viviera en estas tierras. Muchos analistas aseguran que este hecho fue un antecedente a los separatistas catalanes o al Mendo-exit, ya que se habló en esos años de la "República del Unimev". Paulero, haciéndose el Manuel Belgrano barrial ya tenía diseñada hasta la bandera y todo; roja y amarilla, no se sabe si es por su afición al club Murialdo o a su descendencia española. Lo cierto es que el barrio comenzó a cambiar. Poco a poco se transformó en un ghetto antipático y monótono. Se corrió la voz de las atrocidades que sucedían en el Unimev y la gente comenzó a no ir mas. Con los años, las calles se despoblaron poco a poco y se comenzó a ver las mismas caras, una y otra vez a las mismas horas. Se tornó un tanto aburrido porque ya todos se conocían la vida de todos y no había lugar para la sorpresa. En la parroquia los parroquianos bostezaban al unísono mirándose a los ojos con los mismos vecinos de la cuadra. Era común escuchar conversaciones en las torres como "Ya se le fue la diarrea don Omar? "si, pero como lo sabe? " Pues me lo contó ayer". Los verduleros bostezaban mientras preparaban los pedidos apenas veían las caras de los clientes. Se cuenta que Juan Carlos de Calzados Gaby apenas abrían la puerta del local ya tenía el zapato en la mano sabiendo el talle y color de antemano con el ticket ya listo y el vuelto. Los niños se sabían de memoria los autos de todos los vecinos del barrio y sus colores. De esta manera, por supuesto, estaba totalmente prohibido formar pareja con alguien que no vivía en el perímetro, todo aquel que se enganchara con una señorita de otro barrio era considerado un traidor.
El aburrimiento fue creciendo y algunas personas comenzaron a sentirse solas, pues no tenían visitas. El único en todo el barrio que se mostraba realmente feliz con lo sucedido era el Polilla (celoso miembro de Los Golos) acostumbrado a que vinieran a cortejar a su bella hermana desde barrios aledaños desde hace varios años. Con el tiempo se formaron varios matrimonios en el barrio, novios que se conocían desde niños, que jugaban en la vereda y que ahora se daban furtivos besos en algún baldío.
En los bailes era muy común que los chicos de la calle Azcuénaga sedujeran a las chicas de la Houssay.
El tiempo pasó y Los Golos se disolvieron, cada uno hizo su vida, algunos se casaron, otros se fueron del barrio. Nadie sabe como fue que afortunadamente el Unimev volvió a abrir poco a poco sus puertas a los visitantes, ya nadie juzga a nadie, nadie sabe de donde es tal o cual auto, ni quien vive en la otra cuadra. Los negocios reciben gente de todos lados y en la plaza se puede ver gente de otras zonas. Pero por las dudas si sos de afuera y alguna noche estacionás el auto en alguna calle del barrio...fijate bien, ya que tus ruedas pueden estar pinchadas...
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