viernes, 30 de octubre de 2020

DESTINOS

Los fundamentalismos en cualquier discusión nunca han sido buenos, y menos en temas como "el destino" donde los sabihondos quieren exponer conocimientos inexistentes. Pues ya sabemos que nadie sabe como carajo funciona el destino. Fermín Gamarra si lo sabía.

Fermín aseguraba que el destino pasa como un tren, en el caso de Mendoza donde no había trenes, el destino pasaba igual pero como un micro de la línea 100. Y Fermín iba a su encuentro. En sus reuniones con amigos de los jueves, en las mesas de Barloa se discutía si realmente el destino estaba marcado o si uno lo fabricaba de acuerdo a sus actos. De estas reuniones nacieron dos grupos: los Destinógrafos quienes eran partidarios de que el destino estaba ya escrito haga lo que uno haga y los segundos llamados Los Picaportes, quienes creían que "Las puertas solo se abren para quienes giran el picaporte" Estos sujetos teorizaban que nada estaba marcado de antemano sino que uno mismo escribía su historia. Demás está decir que las riñas y peleas que se armaban en Barloa eran moneda corriente de los jueves. A la hora de pagar siempre había rosca

- Pagá vos, yo aún no consigo laburo - decía un destinócrata a lo cual un Picaporte le respondía

- Salí a buscarlo !!

- El destino querrá que trabaje cuando tenga que hacerlo

De esta manera los holgazanes y perezosos de la región simpatizaban con los Destinógrafos culpando al destino ante cualquier hecho incómodo o decepción recurrente. Al no podían conquistar a una chica se consolaban entre sí diciendo "es el destino compadre, no se me venga abajo". De la misma manera, cuando echaban a alguien del trabajo por quedarse dormido, solían culpar al destino y no a la resaca.

Los Picaportes en cambio creían fehacientemente que absolutamente TODO era culpa de uno mismo. Fermín Gamarra, su principal exponente llegó él mismo a hacerse cargo incluso de: la pandemia, la guerra del golfo, la suba del dólar o el asalto a Doña Clara. Es culpa mía decía Fermín, pero lejos de sentirse culpable, lo tomaba como algo heroico justamente por haber asumido semejante responsabilidad aún sin hacer nada. Los Destinógrafos lo aplaudían.

Las dos corrientes filosóficas chocaban permanentemente incluso en el barrio. Los vendedores en los negocios se lamentaban cuando entraba Fermín, ya que el tipo se demoraba una eternidad en elegir simplemente un salame, mientras el vendedor con el cuchillo en mano esperaba, esperaba y mas de una vez se reprimía las ganas de clavárselo. "Un salame mal elegido podía terminar en diarrea, en cambio el correcto solo en felicidad" afirmaba. El no era cualquier salame. Del mismo modo la elección de pareja se realizaba bajo las mismas reglas. Los Destinógrafos no le hacían asco a nada y siempre estaban acompañados de bellas señoritas. En cambio los Picaportes eran por lo general hombres solteros y solitarios, ya que analizaban cada caso mil veces y varias oportunidades tenían temor a elegir, ya que un fracaso era pura y exclusiva responsabilidad de ellos. 

En junio de 1988 dos hombres de ambos grupos se enamoraron de la misma chica. Uno afirmaba que el destino se la puso en el camino, mientras el otro insistía - yo la conocí antes, me la robaste vos.  Nunca se supo la verdad, el hecho es que la chica se fue con un tercero, un repartidor de Pepsi sin corriente filosófica, mientras los dos se agarraron a trompadas en la calle Brigante.

Los dos movimientos conviven sin querer en millones de personas solo que sin rótulos. Algunos mezclan doctrinas, otros son mas puristas y otros ni siquiera se lo plantean estos sofismos, estos últimos son los mas numerosos. En las fiambrerías del barrio, dicen que es muy notoria a la hora de comprar un salame, cual es la corriente filosófica del comprador de acuerdo a su actitud. Solo hay que estar atento.

Pasaron los años. Hoy algunos son padres de familia, otros abogados, otros músicos. Algunos cumplieron sus sueños, otros están en eso, algunos sueñan solo cuando duermen, otros solo con mirar la montaña. Eso si, el tiempo o quizás el destino sucedió sin siquiera preguntarles.

1 comentario:

  1. Que buen cuento!!! Creo que todos somos a veces un poco destinocratas y otras picaporte. Me encantó la historia.

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