Algunos tienen como hobby coleccionar estampillas (filatelia) otros leer (Literatura), otros jugar al fútbol (deporte) pero sin duda el hobby que practicaba Lalo era para él el mejor de todos, el más adrenalínico: el voyeurismo. Recordemos que ésta palabra encierra el hecho de espiar a otras personas sin que el destinatario de tales miradas se dé cuenta ni sepa que está siendo observado. Lalo se inició en tal curiosa práctica en épocas de estudiante cuando vivía en un pequeño depto y compartía el balcón de su edificio con una bella muchacha llamada Celeste. ¿Que hacía Lalo? sencillo...tenía un espejo el cual introducía con disimulo pasando al otro lado del balcón y observando cuando Celeste salía de sus baños habituales a las 9 de la noche. El bribón la observó durante 1 año y 2 meses (cuando se le venció el alquiler) pero las manías no se mudan.
Lalo buscaba departamento con la sola intención de observar mujeres con su largavista el cual había comprado recientemente. Así llegó al Unimev, ni bien acomodó los muebles de la mudanza comenzó a testear su ventana en busca de chicas, como un cazador visual en un bosque de presas. Su ventana de un piso 8 de las torres le permitía buena vista. Lalo pasó los primeros 3 días sin comer ni acomodar ropa, no quería perder un solo minuto por miedo a que se le escapara alguna situación. De más está decir que estaba solo como nadie. No se atrevía a conquistar a ninguna señorita sino que se refugiaba detrás de sus binoculares cobardemente. Pero Lalo no siempre tenía suerte, Las ventanas lindantes a su ventana no contenían señoritas, En la ventana A (Lalo las denominada por letra) habitaba un gordo barbudo, a Lalo no le apasionaba verlo en las mañanas con zunga y panza al aire tomando cerveza, en la ventana B había una señora con ruleros que se la pasaba limpiando la alacena, la C era un poco mas apasionante: un estudio jurídico que rara vez entraba alguna señorita a firmar algo y la D siempre cerrada porque vivía una vieja depresiva. Lalo se volvió loco y quiso rescindir el contrato en la inmobiliaria pero no pudo. Tuvo que conformarse con los espantosos espectáculos que le ofrecían esas deprimentes ventanas vecinas.
Gracias a ésto, Lalo comenzó a salir y relacionarse, a ver el mundo no solo con un lente, A caminar libremente y hablar con vecinos. El mundo pasó de ser una cerradura o un largavista a un plano completo y su horizonte se hizo mas grande. Se vio protagonista y no un simple observador. Un buen día, Lalo conoció a una chica. Algunos dicen que fue la primera vez que se enamoró, su semblante comenzó a cambiar, sus ojos actuaban sin intermediarios, solo ellos. Lalo se dejó llevar y mientras abría su corazón cerró bien la ventana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario