Mi cepillo de dientes se movía rápidamente dentro de mi boca porque llegaba tarde. Eran las 9 y me quedé dormido. Los muchachos de la oficina me estarán esperando. Les prometí tortitas, es por eso que me crucé al
Juan a comprar una docena a paso acelerado. Cuando llego, los dos clientes que están esperando me miran asombrados, una sale corriendo. Juan, quien no se caracteriza por asombrarse por tonterías me dice "
nos levantamos rápido hoy no?" era obvio que la marca de la almohada aún se me notaba demasiado en mi rostro. Me da las tortitas y el vuelto y salgo nuevamente a la calle. Dos autos paran, uno de los conductores me filma con su celular. No entiendo que estaba pasando. Mientras me dirigía a la parada del colectivo la gente me miraba. Me estaba empezando a enojar. Me toco la cara para ver si tengo algo, me miro en un espejo retrovisor de un
Ford Focus que hay parado y estoy bien peinado, no es eso. La marca de la almohada había desaparecido. Mi paranoia iba en aumento.
Vino el bondi, subo y el chofer me mira espantado, lo siguen el resto de los pasajeros, hay algunas risas de unos adolescentes al fondo. Cuando llego a destino, bajo apurado e ingreso a la oficina. El colorado Martínez me mira de arriba a abajo y se pone serio. Ya todos saben de mi gran defecto de la impuntualidad, no entiendo porque se asombran. Carolina, la chica nueva me mira y se tapa la boca. No entendía nada y mi humor no estaba para mas. Ramiro y mi jefe, que venían entrando de repente desde el ascensor, se quedan parados y me miran con la boca abierta. Mi jefe se me acerca, y me dice algo en el oído en secreto, luego me observa bajando su mirada, lo siguen el resto de mis compañeros.
Cuando bajo la vista y me veo a mi mismo ahí comprendí: había olvidado la mitad de mi cuerpo en mi casa !!!
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