lunes, 5 de octubre de 2020

EL MATEMÁTICO

 Cuando las matemáticas excede las aulas y va mas allá del uso habitual suele convertirse en una mochila pesada.
 Esta es la historia de Rolo Benítez, físico matemático de la calle Teurlay

Los números eran su vida, relataba sus anécdotas con fechas, recordaba episodios de su vida con cifras y recurría a la numerología muchas veces para saber su futuro.

De esta manera no era raro verlo a Rolo por el barrio haciendo cuentas con los ojos semi cerrados y concentrado. Pero gracias a ésto Rolo "sumaba" problemas ya que no se sentía seguro si no contabilizaba absolutamente todo lo que lo rodeaba.

No podía ir a la panadería sin estar pendiente a la balanza, ni ir a la peluquería sin contar la cantidad de tijeretazos que daba el peluquero hasta terminar el corte. Cuenta la leyenda que una vez Rolo contó la cantidad de veces que El Primo dijo la palabra "primo" durante el corte (34 veces)*(1)

Memorizaba las patentes de los autos que pasaban por Adolfo Calle y una vez se tomó el trabajo de corroborar la cantidad de torres que había en el barrio, aunque sabía de antemano que eran veinticuatro.

El problema no estaba ahí, sino en el carácter que Rolo había ido tomando con el tiempo cuando una cuenta no le salía exacta. Famoso fue el episodio del escándalo que hizo en el kiosco de Carranzani de la calle Houssay porque un caramelo 1/2 hora le había durando 27 minutos pidiendo la devolución del dinero. 

Las manías también lo acompañaban. No podía caminar por las veredas impares los días pares y viceversa. Alguno historiadores sostienen que quería comprar una casa domiciliada en el 3243 solo porque la suma de esos números daban 12, el día de su cumpleaños. 

Pero a pesar de estos comportamientos Benítez era buen tipo. Salía a repartir juguetes el día de reyes disfrazado de Baltasar, eso si, de 13 a 15 hs.

Pero el problema de Benítez no era su pasión sino que su entusiasmo por los números lo estaba llevando a una falta de comunicación total. La gente no le entendía, ya que se expresaba de forma muy técnica y la mayoría de sus amigos y  grupo social  empezaron a evitarlo. Al decir verdad se hacía pesada la conversación con Benítez, lo invitaban a asados y nadie quería estar al lado de la parrilla con él. Su lenguaje comenzó a ser demasiado técnico y matemático para un ciudadano vulgar. Contaba cosas cotidianas pero que nadie entendía. Una vez en la fila del Banco Macro, Benítez contó que se quería comprar una 16 cuando en realidad se refería a una 4 x 4.

Escuchaba a la banda SUMO solo porque le daba la sensación de sumar*(2)

Su soledad y la falta de comunicación derivaron en que Benítez se refugiara en la bebida. Comenzó a beber al sentirse incomprendido cada día mas, aunque claro, llevaba la cuenta de cuantos milímetros había bebido ese día. Una noche y en plena borrachera Benítez se dirigió al VEA y en la playa de estacionamiento comenzó  a largar insultos diciendo delirante "quiero 16 huevos, quiero 16 huevos" los efectivos policiales no tardaron en llegar, no había forma de calmarlo, nadie sabía a que se refería. Hasta tuvieron que llamar a Marcelo (legendario enfermero del centro médico UMI) quien se presentó a los cinco minutos con su moto a colocarle un calmante. "Quiero 16 huevos" seguía gritando descontrolado. Una vecina, de esas que  parecen tener todas las soluciones dijo "traigan urgente los huevos, así se calma" eso hicieron, El Pepe, (famoso verdulero de la calle Keller) se ofreció a traer los huevos, pero nada. Benítez estaba fuera de sí. Mucho tiempo le llevó a los vecinos dilucidar que  lo que en realidad pedía a gritos Rolo Benítez era....un "Licor 8 hermanos"

Años después Rolo murió, su lápida en el cementerio de Godoy cruz reza "Aqui yacen 4 ojos, 4 orejas, 20 dedos y 12 dientes, y un sinfín de anécdotas. Un ser humano que calculó mal el tiempo y ahora cuenta los días de la eternidad..."

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