Películas que son clásicas llegan a influenciar a millones de personas en todo el mundo. Se crean estereotipos, modas, maneras de vestir, peinados y por supuesto esto influye en el diario vivir y el comportamiento. En el UNIMEV, como en otros lugares del mundo, por supuesto ésto también pasó
Películas como Los Bici Voladores en los años 80, hicieron quebrar Auroritas y algún que otro golpazo en los boulevares de la Adolfo Calle. Convengamos que el terreno y la geografía barrial ayudaba a fantasear y a crear rampas de tierra (en los años 80, los boulevares aun no tenían césped)
Los Golos (tribu autóctona del barrio en los años 80) influenciados por esta película jugaban al límite, poniendo a prueba sus bicis que ninguna era "cross" (palabra que antecede a la palabra enduro) pero a la fuerza terminaban siéndolo.
"Solo es cuestión de sacarle el guarda-barro y listo" afirmaba Paulero quien quebró 3 bicicletas en un año usando esa filosofía. Otros como Adro, no saltaban rampas pero pedaleaban en una rueda cuadras y cuadras. El problema radicaba en que era muy sencillo levantar la bici y andar en una rueda, (hacer Willy) pero lo difícil era bajar, ya que ahi se descontrolaba y podías caerte. Famoso fue el episodio que Adro comenzó en una rueda en Keller y Adolfo Calle y no paró hasta Rodeo de la Cruz donde un camión estacionado fue destino de su choque, quedando la rueda delantera hecha un 8. Cuentan que Adro fue gritando durante todo el camino para que lo auxiliaran pero no alcanzaron a llamar a nadie.
Don Umana (legendario bicicletero de esos años) hizo fortunas solo con las bicis de Los Golos y muchos bicicleteros actuales se lamentan de no haber vivido esos años en el barrio. Julio (bicicletero actual de la Adolfo Calle) reflexiona: "Fue el gran error de mi vida no haber venido al barrio antes, nunca me lo perdonaré..." dice triste con un gomín en la mano.
Otra de la obsesión de Los Golos era conseguir casco. Un buen casco te daba imagen de "profesional" de la bici. Era imposible conseguir en esa época en Mendoza los mismos cascos de la película australiana, solo había que conformarse con los casquitos de albañil, generalmente de colores horrorosos, que mas que bici-voladores parecían maestro mayor de obras.
Polilla años después afirmaba: "Esos cascos no solo NO servían, sino que eran peligrosos", esta reflexión era cierta: se refería que al caer, el casco salía volando e iba a dar a la cabeza de otro "bici-volador" quien generalmente y paradójicamente no tenía casco.
El progreso (como siempre) terminó con la fantasía de Los Golos. Al asfaltar la Adolfo Calle y poner pasto en los hermosos tierrales donde habían existido las rampas, la ilusión se fue disipando. Poco a poco Los Golos tuvieron que adaptarse a otros juegos y las bicis quedaron en los patios o galpones, tiradas, quebradas, tristes, aburridas....casi como Don Umana.
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